sábado, 20 de enero de 2018

El saludo de pie en la escuela. Una costumbre perdida

Una costumbre que con el tiempo fue dejada de lado.

           Introducción
          Todo comienza cuando, saludando a una colega muy querida por mí,  la invito a pasar al aula a punto de terminar mi clase, ya que a continuación seguía la de ella. Ni bien atraviesa la puerta del aula todos los alumnos se levantan en silencio esperando su saludo hacia ellos. A continuación me retiro y al unísono me despiden de una manera poco habitual. No pude dejar de sorprenderme lo que había logrado con ese grupo.
Por supuesto, que fue algo muy agradable sentir que los alumnos se dirigieran de esa forma hacia alguno de nosotros y no es por menos preciar, estando además en un colegio público. Este asunto me ha quedado girando durante días en el sentido de lo lindo que sería poder socializarlo con los directivos de todos las instituciones donde trabajo y poder aplicar, con su permiso previo en mi práctica diaria, este tipo de conducta con mis grupos y poder compartirlo, además, con el resto de mis colegas.
Las diversas situaciones de la vida cotidiana nos permiten poner en práctica nuestros buenos modales en señal de respeto y cortesía. Por qué no hacerlo entonces más seguido? Así, como cuando asistimos a las ceremonias patrias nos invitan a “ponernos de pie” para entonar el Himno Nacional; o cuando una persona mayor sube a un transporte y el joven se “pone de pie”, este acto debería también aplicarse en el ámbito escolar ante la presencia del docente al iniciar su clase. Además, procurar “ponerse de pie” es un acto que tiene el propósito de hacer agradable la vida a los demás con nuestro buen comportamiento.

Un poco de historia
He investigado y descubrí que el “pararse”, se introdujo en América en los siglos XVI y XVII proveniente de la región española de Murcia, en donde aún se emplea como sinónimo de “estar de pie”. En la mayor parte de nuestro continente americano, “ponerse de pie” se usa con el significado de ‘pararse’ para manifestar respeto o cortesía, hacer frente al despertador todas las mañanas o disponerse a hacer otra actividad después de haber estado sentado.
            Fundamentación
Es claro que la pérdida de la autoridad natural de los docentes no tiene que ver exclusivamente con este acto. Como tampoco hay docentes que no saben ni sabrán sostener los principios de la autoridad, sencillamente porque pueden mostrar muchos conocimientos, bagajes científico-intelectuales, sabiduría didáctica, pero escasa aptitud para hacerse respetar, para imponer normas, para sostener la mirada, para crear condiciones de disciplina sin recurrir ni a la agresividad ni a la violencia ni a los reglamentos. Como también habrán docentes que tienen estos hábitos de saludo y no por eso significa que sean buenos profesionales.
La época en que vivimos no es muy proclive, que digamos, al ejercicio y preparación de padres y educadores que desplieguen métodos y técnicas de disciplina, pero siento que por algo se debe comenzar.
Existe toda una crítica pedagógica a la disciplina formal. Imponer que los escolares se pongan de pie cuando entra su profesor, se lo ha visto mal porque se han basado en la idea de que lo importante no son las formas externas, sino mas bien el aprendizaje del alumno. Estoy de acuerdo con ese argumento, pero, para que el alumno aprenda, se requiere que haya un marco mínimo de respeto y acentuación de las diferencias, es decir, una distancia pedagógica entre alumno y profesor.
Desde siempre los pedagogos pensaron que la disciplina es algo fácil de transmitir, que alcanza contar con los reglamentos disciplinarios y niegan que hubiera que preparar a los futuros docentes para saber conducir grupos, y en especial, los más difíciles, los grupos de adolescentes.
Mientras que a comienzos del siglo XXI, contemplamos atónitos el declive de la educación en el aula: ceder el paso, saludar con cortesía, tratar de usted, no escribir los bancos, no escribir las paredes, no tirar papeles ni chicles al piso, ahora también debemos agregar el no usar el celular durante una explicación, respetar el turno de cada uno al hablar, no contestar ni replicar ante una llamada de atención, ponerse de pie cuando entra el profesor... Esta es una acción educativa que la sociedad con el tiempo ha abandonado y que debería, a mi entender, retomar para reivindicar el lugar de prestigio que un docente se merece y que debería comenzar este respeto en el seno familiar.
Hay que reconocer desde luego, que el no pararse no implica falta de respeto ya que he visto en varias ocasiones a grupos de adolescentes escuchando atentos, sentados incluso en el suelo y en silencio durante el saludo y las aclaraciones de los temas que expondrá el profesor en su clase. Pero también están los grupos que al entrar el profesor al aula se encuentran inquietos, algunos mirando el celular, y colegas frente a esa situación desesperados enojándose con unos y con otros.
Con este artículo mi intención es demostrar que la institución que lo implemente hace hincapié en recuperar esos valores perdidos y normas de disciplina tan necesarios en esta época, marcar el límite, el fin, el corte de lo que se estaba realizando hasta ese momento y el comienzo de la clase, como así también, llevar a la práctica docente a la excelencia educativa con principios básicos de los valores tan añorados en todas partes del mundo.

La comunidad educativa coincide en la necesidad de reforzar la figura del profesor por la pérdida de autoridad de los docentes que desemboca en constantes interrupciones en el desarrollo de las clases.
Muchas autoridades de diversas instituciones del mundo, sin embargo, consideran exagerado que los alumnos reciban de pie al docente cuando éste entra en el aula por considerarla en la actualidad un poco ridícula o “retrógrada". Yo, por el contrario, como docente justifico esta propuesta como esa necesidad de que recuperemos la autoridad perdida, algo que lo relaciono directamente con una pérdida de la calidad de la enseñanza.

Por todo lo expuesto, en mi opinión, existen en el sistema educativo herramientas suficientes, en referencia al Reglamento de la Organización y funcionamiento del Sistema Educativo, para resolver los conflictos que conllevan la pérdida de la autoridad, aunque no son suficientes y debido a ello se debe recuperar normas básicas de respeto y cortesía como lo hacen en muchas partes del mundo, como por ejemplo, en Japón, lugar que he tenido el privilegio de viajar becada por un organismo de ese país (JICA) en el año 2002 durante un mes y dar clases en una primaria y una secundaria de ese país.
Mi propuesta es que nos animemos, a “ponernos de pie” cada vez que tengamos la oportunidad de demostrar nuestra cortesía y buena educación, incorporarlo como hábito para procurar vivir en un clima de amabilidad y armonía en cualquier ámbito.
Lic. /Prof. Cynthia Herlein

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