Las aulas más amables, cómodas y flexibles.
La organización del espacio de aprendizaje es un factor esencial para
poner en práctica distintos métodos pedagógicos en clase. Sin embargo, la
disposición del aula expositiva, en la que todos alumnos están sentados mirando
al pizarrón es la forma de distribución que predomina en la mayoría de las escuelas.
En algún momento se nos ordenó en la educación argentina que los alumnos debían
sentarse en grupos, luego se ha vuelto a la forma tradicional de disposición de
los pupitres en el aula. Sin embargo, está demostrado que reivindicar las aulas como más amables, cómodas, dinámicas y flexibles pueden dar mejores resultados
pedagógicos. Ejemplos de espacios de enseñanza innovadores lo dan las escuelas Vittra, en Suecia, o el Colegio Claver, de Jesuitas, en Lérida.
Ni el modelo tradicional del modo expositivo, ni el dejar las mesas agrupadas
de manera permanente parece la solución, sino, que la distribución sea de
acuerdo a las necesidades de cada actividad, a la diversidad de los alumnos. Así,
la disposición de las mesas será distinta si se va a trabajar por proyectos, si
se quiere plantear un debate o se va a resolver un problema o proyectar una
película.
Lo que no se discute y debería ser una constante es que los espacios
fomenten el aprendizaje colaborativo y la interacción entre alumnos. Donde los
estudiantes puedan reflexionar, debatir, aprender apoyándose entre ellos, y
enriquecerse de esta socialización.
El aula tiene que ser un espacio que facilite la presentación y
exposición de trabajos, fomentar que los alumnos compartan y difundan sus ideas
de distintas maneras (visual, oral, escrita…), invitar a que manipulen
distintos objetos de aprendizaje de manera autónoma (libros, microscopio,
inventos o proyectos, tener acceso a internet…) y posibilitar que tengan
contacto con la naturaleza, mediante el cuidado de plantas en el aula si fuera
posible. El aula tiene que ser un espacio cómodo e inclusivo, en el que todos
los alumnos se sientan partícipes y creadores. Debe ser un espacio vivo y en
construcción, que facilite la atención a la diversidad, estimule la creatividad
y potencie las múltiples inteligencias y habilidades de los alumnos.
Todas las aulas deberían estar, además, preparadas y adaptadas para el
uso de las TIC, de modo que los alumnos puedan desarrollar fácilmente la
competencia digital y llevar a cabo tareas como la búsqueda de información en
la red, la visualización de videos y recursos interactivos, la elaboración de
materiales digitales o la presentación de trabajos mediante diapositivas y
otras herramientas 2.0.
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