El Cine como recurso pedagógico
Introducción
"Las
nuevas tecnologías están incidiendo en tantos ámbitos y está claro que también
en la transformación de los sistemas educativos. Ej.: La educación a distancia,
el e-learning, el papel cada vez más relevante de la educación informal a
través de instrumentos como la televisión, el cine, YouTube, la Gamificación,
las conexiones a internet o los videojuegos, y junto a ellos, las nuevas
ubicaciones de la educación no formal, con los significativos cambios que se
han producido en la educación en el seno de la familia, o la importante
transformación de los fenómenos asociativos, componen algunos de los fenómenos
que dibujan también, o más bien ayudan a desdibujar las fronteras de la
educación del futuro, de la educación en un mundo globalizado.[1]"
Fundamentación
Todos los que nos
dedicamos a la enseñanza sabemos que una imagen no vale más que mil palabras. Si nos remontamos a la prehistoria la
imagen, precede a la palabra escrita y las sociedades iletradas se instruían a
través de las imágenes. En la Edad Media, los programas iconográficos de las
portadas y los capiteles románicos servían a los sacerdotes para ilustrar a sus
fieles, los artesanos y comerciantes se anunciaban con representaciones
gráficas de sus oficios o negocios y los libros iluminados a mano con preciosas
miniaturas eran muy apreciados. La imprenta primero y, más tarde, la educación
racionalista impuso desde el siglo XVIII la letra impresa como vehículo de
conocimiento y el siglo XX se ha centrado en acabar con el analfabetismo en los
países desarrollados.
Prestar mayor
atención al cine (también Netflix) y su lenguaje en la educación de nuestros
jóvenes no es un capricho o un amoldamiento al capitalismo. Es, hoy día, una
cuestión esencial, cuando la escuela, cuestionada desde muchos ámbitos, ha sido
superado en su papel por el educador no institucional: los Medios
Audiovisuales.
En este contexto,
está pasando algo preocupante: La escuela proporciona cada vez menos
información significativa para la idea del mundo que los alumnos se forman y somos
nosotros los que debemos estar allí, atentos a ese lenguaje y los mensajes que
dejan los canales de televisión o cualquier medio de comunicación para impedir
la manipulación subliminal de los jóvenes.
La idea del mundo
que tienen nuestros alumnos es mucho más deudora de un imaginario derivado del
cine, la televisión e internet que de lo que sus padres y la escuela les han
transmitido. Los adolescentes consumen entre tres y cinco horas diarias de
televisión e internet. Diariamente son
algunas menos que las horas lectivas pero, como señalábamos antes, superan a
éstas en el cómputo mensual y anual ya que la tele e internet nunca tienen
vacaciones.
El cine nos hace
soñar, reír o llorar, pero también nos hace viajar en el tiempo y en el
espacio, descubrir, conocer, reflexionar. Podríamos remitirnos a esos estudios
apocalípticos que señalan que un chico ha visto a los 14 años más de cinco mil
actos violentos pero no hay que olvidar que ha visto también centenares de
animales, paisajes y monumentos que no hubiera conocido de otra forma así como,
seamos optimistas, otras formas de vida y cultura (especialmente las de los
EE.UU., eso es verdad). No perdamos de vista que ver la tele e internet es la
tercera actividad diaria de nuestros alumnos tras dormir y estar en la escuela.
No debemos
olvidar que, como dijo nuestro compatriota José Ingenieros, "... La escuela no cabe en los límites estrechos
del aula".
Nuestros alumnos
ya han salido, la pregunta que me realizo es: “¿nosotros, podremos seguirlos?”
Fuente: Varios sitios de internet.
Lic./Prof. Cynthia Herlein
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